Deontología Para Profesionales De La Educación.

Introduccción

 La Deontología dentro del ámbito educativo es de suma importancia para todos nosotros como profesionales, es bien sabido que su objetivo principal trata sobre la formación de la conciencia moral de las personas, para que éstas perciban los valores éticos tales como pueden ser  amar la verdad, la responsabilidad, la honestidad, y otros valores que nos ayudan a hacer nuestro trabajo de manera transparente.

La Deontología busca con ayuda de la educación la formación de profesionales con valores sociales, ya que la educación es el medio más adecuado para el desarrollo de las personas y por ende de una sociedad que lleve a cabo los principios morales.

La Deontologia en el campo educativo

Los profesionales de la educación,  los docentes y pedagogos en general, necesitan de una formación específica, de actos necesarios para evitar ciertas situaciones, y lograr así que todos ellos tengan la autonomía y  libertad de acción y, como consecuencia de situaciones anteriores necesita en especial  la libertad  de acción, necesitan  comprometerse con  el bien, para que su labor sea de lo más transparente posible.












El   primer  paso   para   llevar a cabo  la   Deontología   de   un   trabajo   profesional   es   verificar  la naturaleza propia de la actividad objeto de estudio. En el caso de la educación, hay algunos  términos que normalmente aparecen  en  sus definiciones: perfección, finalidad,  socialización, autorrealización, comunicación, intencionalidad.

El carácter ético-moral también se pone de manifiesto porque educar es ayudar a la búsqueda del esplendor personal y el esfuerzo para alcanzar estilos de vida valiosos. El concepto de educación es propiamente normativo. Se caería en una contradicción lógica si se dijera que un individuo ha sido educado pero que la educación no le ha hecho mejor.

 Entre los profesionales de la educación la síntesis entre autoridad y potestad es característica. El educador puede   ayudar a dar   consejos   y   exigir   que se cumpla,   pero   sin   imponerse.   Debe   promover respeto   y obediencia porque se percibe su autoridad. La mejor forma es actuando como educador sin dejar de ser el mismo, dejando ver los individuos detrás del maestro.

La confianza se pone de manifiesto cuando una   persona deja  que otra  se  ocupe de   algo que la primera  considera importante. Es uno de los valores fundamentales  para la existencia y el buen funcionamiento de cualquier   grupo  social.  Su   ausencia  no ayuda a  la   realización   de  empresas   comunes.   Depositar   la confianza en los individuos siempre conlleva cierto riesgo, ya que no se pueden controlar las acciones de los demás no las contingencias de la vida.

Las dificultades de la sociedad actual y la institucionalización del sistema educativo han motivado que surjan distintas profesiones relacionadas con las tareas educativas: los individuos que se dedican a la política y economía de la educación, profesores, los editores de libros de texto etc. Es difícil resumir los contextos, y  las funciones de los profesionales de la educación. Entre los profesionales con titulación universitaria específica encontraremos educadores sociales, docentes, orientadores, pedagogos. Suelen distinguirse porque  llevan a cabo  su   trabajo   en   ámbitos   de   intercesión   diferentes,   que determinan   el   tipo   de   información   específica   que   reciben   y   perfilan   la   identidad   de   sus   roles profesionales. Es necesario coordinar la actuación de todos los profesionales de la educación.

Los actos libres son capaces de evaluación ético-moral y pueden ser buenos o malos, dependiendo de si favorecen o impidan  el desarrollo del ser humano desde una perspectiva global. La habilidad educativa puede ser juzgada desde el punto de vista ético-moral. Lo que realmente Interesa es analizar el carácter propio moral de los actos educativos en cuanto a tales, porque desarrolla uno de sus rasgos propios. La educación es una habilidad moral porque no es posible omitir la referencia al bien en su ejercicio.

Afecta de manera inmediata a las personas y deja una huella profunda y duradera en el espíritu de todos. Los profesionales de la  educación tienen bastante margen de  libertad por  lo que  deben asumir una importante responsabilidad en relación con los educandos y la sociedad. En resumen, las profesiones educativas tienen una dimensión moral sumamente específica. Todos y cada uno de los profesionales de la educación deben dedicarse al trabajo docente con plena conciencia del servicio que se presta a la sociedad.

Dentro de los deberes del profesional de la educación están:

  •   Crear su propio desarrollo  profesional y personal con  actividades  de  formación  permanente  y  de  innovación  e investigación  educativa, teniendo  en cuenta  que  esta  cuestión  constituye  un deber y  un  derecho  del educador. Aunque no solamente en las  actividades individuales sino también en la proyección hacia los demás formando  equipos.
  •   Ayudar a que la profesión docente sea digna y  asumir de  forma  correcta  las responsabilidades y competencias propias de la profesión.
  •      Respetar y defender todos los deberes de los docentes que Contribuyen,  en la medida de las propias posibilidades, a una práctica solidaria de la profesión, en lo que tiene que ver con la sociedad y la economía.
  •      Esforzarse  por obtener un gran potenciar sus  cualidades  que  configuran  el carácter propio  y  que  son necesarias  para  el mejorar el cumplimiento de  los  deberes  profesionales, como son el autocontrol, la paciencia, el interés, y la curiosidad intelectual.
  •    Dominar los principios básicos de su materia o área esforzándose por incorporar a su didáctica los avances científicos, pedagógicos y didácticos oportunos, capacitándose cada día, a fin de perfeccionar sus estrategias didácticas.
  •     Deben mantener una  actitud  crítica  y  reflexiva  permanente  hacia su propio actuar profesional, que garantice un constante perfeccionamiento en todas las actividades profesionales que lleve a cabo.

 La responsabilidad del profesional de la educación en relación a la tarea educativa no sólo está determinada por el espacio moral, también por la legislación que se encuentre vigente. Por lo que conviene diferenciar los planos normativos éticos, deontológicos y legales, que entrañan tipos de responsabilidad diferentes.

 Para dirigir o regular los procesos educativos y ajustar el funcionamiento al logro de determinadas metas. La responsabilidad ética o deontológica no implica necesariamente responsabilidad legal y no basta con atenerse   a   la   legalidad   para   actuar   con   profesionalidad,  lo   jurídicamente   permitido   puede   ser pedagógicamente   no  aceptable.   Los   principios   éticos  presentes   en   el  ejercicio   profesional  tienen orientación teleológica, por lo que reclaman una autorregulación ética libremente aceptada.

Para concluir en este ensayo podemos ver que aplicar a nuestras vidas los códigos deontológicos que se requieren llevar a cabo en nuestra área profesional es de gran provecho para nosotros.

Es conveniente fijar unos mínimos éticos que sean comunes para el buen desempeño de los profesionales. Los principios   éticos   dejan de   ser  una  cuestión  personal   para   convertirse   en sucesión  de   todo   un equipo,  llevando a cabo   el   código   deontológico.  

Aunque  todos los profesionales   gozan  de   gran   libertad,   la dinámica de la acción y el marco jurídico-educativo imponen unos límite que Compete al profesional una regresión continua para ver la mejor manera de acomodar esos principios y exigencias pedagógicas a las situaciones concretas criterios básicos o principios importantes de una Ética que ayude a mediar entre las normas y la práctica profesional concreta.


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